LAS MEDIDAS DEL HOMBRE EN EL CENTRO DE LA ARQUITECTURA
Alberto Campos Baeza1
“… pero ¡ay de ti si te pasas!, si te pasas es peor.”
En el juego de las “siete y media”, de La venganza de Don Menlo, una obra de teatro de Muñoz Seca, se jugaba con
las palabras acerca de la cruel exactitud del juego.
Y si para un juego banal es crucial la exactitud, qué podríamos decir para la Arquitectura. La medida es la base del
juego, magnífico de la arquitectura.
Así, la altura del plano horizontal del suelo de la casa Farnsworth respecto al terreno es de exactamente 1,70m, que
es la altura de la vista del hombre.
Todo cambiaría si ese plano estuviera directamente apoyado, o casi, sobre el suelo del jardín, que es lo que hace
Philip Johnson en la Glass House, con un resultado espacial muy diferente.
Y si esa medida es importante en la casa de Mies, más lo es la distancia existente entre el plano de suelo y el techo,
que es de 2.70m. Algo más alta que el 2.26m de Le Corbusier. La dimensión precisa para sentir esa sensación de
horizontalidad, de continuidad que Mies allí plantea. La conjunción de esa presión de los dos planos entre los que el
hombre se mueve, y la transparencia de los cristales con los que los circunda, hacen que esa continuidad sea una
realidad. Y de igual manera podríamos analizar las dimensiones en la planta de 9 x 14 metros, del rectángulo que
define la casa.
Y si cambiáramos cualquiera de las dimensiones cambiaría el espacio allí creado; claro que se trata de una caja, de
una sublime caja, pero con unas medidas muy precisas y muy bien definidas. Tan definidas como las “siete y media”
en el juego de cartas que describíamos al principio.
Por la misma razón, el Panteón, que ya lo hemos analizado en otras ocasiones a la luz del alud de luz que penetra
por el divino óculo, podemos verlo en base a sus medidas. Porque si en vez de los 42.3 metros de diámetro, tanto
en planta como en la sección de esa esfera celestial, por querer ser más papistas que el Papa, duplicáramos la
medida de ese diámetro, el Panteón, más que engrandecerse, sería gigante y la belleza se escaparía allí por la
misma puerta por donde llegó. Y lo mismo pasaría con las dimensiones del óculo.
LA PALABRA CONJUGADA CON EL NÚMERO
Muchas veces he citado el último texto escrito por María Zembrano sobre la poesía. Es bellísimo y a la vez
enormemente sugerente y preciso. En la última frase, su última frase escrita, define la poesía como “palabra
conjugada con el número”. Y es que hay un paralelismo misterioso entre poesía y arquitectura. La arquitectura en
definitiva no es más que la conjunción de unos materiales con el número. Levantar con esos materiales, con unas
dimensiones, unas medidas, unos números precisos, unos espacios que debido a las proporciones establecidas a
través de esos números, son capaces de conmover al hombre. Como le conmueve la poesía.
Hay arquitectos que saben mucho de historia, muchísimo. Otros que lo saben todo sobre estructuras, o sobre
instalaciones. Otros, muy ingeniosos, capaces de diseñar una barandilla tubo de agua caliente- desagüe- manillónradiador.
Otros que lo saben todo sobre materiales. Pero si a cualquiera de ellos le preguntamos sobre la dimensión
(más o menos exacta, o más exacta) de un espacio, casi nunca van a ser capaces de responder con seguridad, ni
con certeza. No lo saben.
O sea que los arquitectos proyectan con precisión y exactitud (véase si no los acotadísimos planos repletos de
números con muchos dígitos), algo que no saben. Hagan si no la prueba de preguntarle a un arquitecto por las
dimensiones exactas (¡las que él decidió con enorme exactitud!) de cualquiera de sus obras construídas. Todos
dudarán. O casi todos, porque siempre queda algún maniático. Y es que, no las han precisado, no lo han aprendido
nunca. O no lo hemos enseñado.
En todas las escuelas de arquitectura del mundo, hay siempre un primer ejercicio no importa como se llame la
“asignatura” en la que se les pida) en que se solicita al alumno que dibuje con medidas, que las tome, su habitación,
su casa, su clase. Con esa buena intención. Pero, en ninguna escuela del mundo se les vuelve a pedir después algo
parecido.
Conozco un profesor de Proyecto que tenía la manía de, en algún momento del curso, poner el ejercicio de diseñar
un cuarto de baño, con la sana intención de que los alumnos tomaran contacto y consciencia de la realidad de las
medidas, que proyectaran algo con conocimiento preciso de la dimensión. Siempre aparecían lavabos imposibles,
tazas de retretes como bañeras, bañeras como ceniceros, etc.
La ordenación de las partes, de los elementos que componen el espacio arquitectónico, acaba siempre en una
cuestión del número, de medida y, como la poesía “es la gran enemiga del azar.” Pues en la arquitectura pasa lo
mismo. Acertar en la medida es la mejor manera de alcanzar el mundo de los sueños.
1 CAMPOS BAEZA, A., La estructura de la estructura, Buenos Aires, Nobuko, 2010.
MEDIDA. DIMENSIONES. TAMAÑO. DISTANCIA
Sabidas las medidas generales hay que plantear la estrategia de la proporción. Del tamaño de las diversas partes
que van a componer el organismo arquitectónico. Hay que saber cuántos comensales van a degustar el plato, y cuál
es el plato que se quiere hacer. No es igual cocinar para dos personas que para doce. No es igual cocinar unas
patatas con carne, que una carne con patatas. Aunque las personas, las patatas y la carne aparezcan en todos
ellos.
La única medida fija es el hombre. Con sus propias dimensiones físicas; las dimensiones de su cuerpo y el área de
influencia de sus movimientos.
Y así como el conocimiento de las medidas es inmediato (basta con medir), el conocimiento de la proporción y de
sus efectos es algo complejo. Necesita del estudio y de la experiencia.
Un espacio de 2.20m de altura puede ser agobiante o no, dependiendo de sus dimensiones en planta a lo ancho y
largo. No agobia se trata de un cuarto de baño de 2m x 2m en la planta. Puede resultar aplastante, incluso
claustrofóbico, en un gran aparcamiento de 20m x 20m. Siempre con el hombre como centro.
En la proporción de los espacios intervienen las tres dimensiones del espacio. Parecería de perogrullo escribir esto,
sino fuera porque tantas veces vemos espacios concebidos como planos, en solo dos dimensiones, con resultados,
claramente desastrosos.
Si la dimensión en altura es mayor que cualquiera de las dos dimensiones en planta, el espacio será vertical. Más
vertical cuanto mayor sea esta diferencia. Así ocurre con las catedrales góticas.
PORPORCIÓN
La decisión de las medidas u otras, dependerá del “qué” y del “para qué”, dependerá de la función, de la
construcción, del contexto, de la luz y de la economía.
Plantear unas medidas a priori sin tener más datos, no tiene sentido. Es imposible hacer un cuarto de baño
completo en 1m2, por ejemplo. A duras penas cabe un retrete y un lavamanos. Salvo que sea en un tren o un avión.
Empeñarse en que una vivienda con tres dormitorios hay que encajarla en 60m2 es casi imposible. Máxime su se
obliga a unas ordenanzas ridículas que producen caricaturas de vivienda. Se construyen, entonces, como casas de
muñecas. Y malas casas de muñecas. En estos casos se piensa que basta con la proporción entre las dimensiones.
Y se llega a las ridículas reducciones homotéticas de modelos que, con otras dimensiones, funcionan
perfectamente. Cuando un tenedor empieza a reducirse, es preferible un palillo de dientes. Parecería que esta
leyes, muy extendidas, han sido dictadas por y para jíbaros. El hombre, el cuerpo humano se reduce de tamaño en
el ataúd. Y aún así.
FORMA.
Con las mismas dimensiones y proporciones, podemos llegar a formas diferentes, con resultados espaciales
diferentes.
Si planteamos un volumen de 27 m3 de 3x3x3m, será muy diferente resolverlo espacialmente con una forma cúbica,
cilíndrica o esférica.
En una forma cúbica, con distancias suficientes para que el hombre se mueva en ella, para ser atrapadas por él, las
referencias son claras e inmediatas. Un adelante-detrás, un derecha-izquierda y un arriba-abajo son comprensibles
de manera inmediata y hacen relación a la constitución física del hombre en su captación físico óptica del espacio.
Si pasamos a la forma cilíndrica (3m de diámetro y 3m de altura), seguiremos comprendiendo el arriba-abajo pero,
el delante-atrás, derecha-izquierda quedan fundidos en un continuum que el círculo provoca una captación óptico
física del hombre diferente a la anterior.
Y pasamos ya al espacio esférico, serían las tres posibilidades arriba-abajo, adelante-atrás, izquierda-derecha las
que quedarían fundidas. Pero como existe la gravedad, no puede ser completa la felicidad del razonamiento
progresivo que se pretendía. Y esto nos lleva a la consideración de que este factor, la gravedad, es clave
enormemente importante en la arquitectura, ¡y vaya si es importante!
Y es que en relación a estas cuestiones de medida, la gravedad está siempre en el centro de la cuantificación y
cualificación de esas medidas. Como lo está el hombre mismo.
FINAL
He escrito repetidas veces que la gravedad no es sólo una cuestión de transmisión de las cargas de la tierra sino,
principalmente, la estructura trata del establecimiento del orden del espacio. Para ello, las estructuras, lejos de ser
caprichosas y hechas “a sentimiento”, requieren de un círculo preciso, de unas medidas exactas. Pues en esa
misma línea se quiere defender en este texto la necesidad de la precisión, de la exactitud, del control de las
medidas, la proporción y la escala, en la puesta en pie material de la arquitectura. La medida, la medida precisa, es
la base de este juego magnífico que es la arquitectura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario